Novedad.

Hoy no tengo nada para decir. Copado, ¿verdad?

Mentira, siempre tengo algo para decir, es parte de un problema mío, no saber cuándo callarme.

Y por dicho motivo, hoy casi me re diseñan la cara a golpes.

Locación: Ciclo estudiantil.

Situación: Se cae una lapicera y me pide que se la alcance.

Desenlace: Quedé como el ojete.

Enjoy.

Maicol: Che ¿me alcanzas la lapicera?

Coyote: ¿Cuál? ¿ésa?

Maicol: Si, ésa ¿me la pasas?

Coyote: Dale.

*La agarro con esfuerzo pero cuando me levanto, me doy la cabeza contra el banco*

Coyote: ¡PERO LA CONCHA DE DIOS!

Maicol: Hey, no digas eso.

Coyote: -medio desorientado- ¿Eh? ¿por?

Maicol: Es malo blasfemar a Dios.

Coyote: -se contiene la risa por respeto- ¿Te sentís bien?

Maicol: Si, ¿por?

Coyote: Porque hablas raro.

Maicol: ¿Raro? ¿cómo raro?

Coyote: Si chabon, hablas raro... ni que fueras evangelista.

Maicol: Es que soy evangelista.

Coyote: -risa incontenible modo on- ¿De verdad?

Maicol: Si, ¿algún problema?

Coyote: No, nada.

Maicol: ...

Coyote: Mi más sentido pésame.

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¿Consecuencia?: No me habló en el resto del día.

Moraleja: No seas salame, y aprendé a cerrar el ojete que no todos entienden tus chistes, y menos los toleran.

Espero que se le haya pasado, de lo contrario sería muy incómodo tener que compartir asiento con alguien que no me quiera hablar.

Supongo que si mañana no me habla tendré que pedirle algún tipo de disculpas.

[Aclaración]

De verdad se llama Maicol, de verdad, así se escribe. Tuve que fijarme en la planilla de asistencia para corroborar cómo se escribía, porque apenas pasó se me ocurrió meterlo acá.