domingo, 9 de agosto de 2015

El éxito y sus recompensas.

Mi abuelo no es la mejor persona del mundo, es querido por pocos y muchos consideran su presencia no tan grata que digamos. ¿Cómo no crecer con la idea de que mi abuelo es una mala persona si hasta sus hijas no lo quieren?
Pero, pese a todo esto, el único recuerdo que tengo siempre presente de él, no tiene nada que ver con su malicia o cualquier otro defecto que tenga, sino todo lo contrario.
Hace unos 15 años, estaba en la casa de mis abuelos tomando mates, como toda tarde campestre, y charlando con mi abuelo sobre qué era lo próximo que iba a hacer en sus campos y sobre el éxito en si, cuando me surge una pregunta un tanto diferente...

-Abuelo, ¿le puedo hacer una pregunta?
-Si, dígame.
-¿Qué es el éxito?

Se quedó en silencio por un momento, y luego respondió.

-Y, a mi entender el éxito sería la recompensa por hacer bien las cosas en la vida.
-Pero hay gente que es mala e igual es exitosa.
-Claro, porque hizo las cosas bien. Hacer las cosas bien no siempre comprende hacer cosas buenas, o lo correcto, sino hacer lo necesario para alcanzar tus objetivos, y hacerlo bien.
-¿Entonces la gente mala es recompensada con cosas buenas?
-En muchos casos si, lamentablemente, pero eso es lo que se llama una persona exitosa.
-Usted se considera una persona exitosa, ¿verdad?
-Si, porque la vida me recompensó por hacer las cosas bien.
-Entonces todos sus campos y sus cosas serían las recompensas del éxito.
-No, eso solamente es algo material, consecuencia de lo otro.
-¿Cuál es su recompensa entonces?
-Ah ¿quiere ver mi recompensa? venga entonces.

Nos levantamos y salimos al patio del frente de la casa, me hace pararme en la entrada, que daba directo a la ventana de la cocina, desde ahí pude ver a mi abuela cocinando toda agitada como una ardilla tratando de esconder su nuez, pero se la veía contenta, disfrutando los quehaceres.

-Su abuela, m'ijo. Esa es mi recompensa, cuando usted hace las cosa bien en la vida, obtiene esto.

Le sonreí, y por primera vez en mucho tiempo no le tuve miedo a mi abuelo, y lo abracé.

El amor. El amor es la recompensa por haber hecho las cosas bien en la vida. Si mi abuelo, con todo su prontuario de mala persona pudo conseguir al ser más hermoso del universo que es mi abuela, imaginen lo que cualquiera de ustedes puede lograr si además de bien, hacemos buenas cosas.

Sólo imaginen.

domingo, 26 de julio de 2015

Hemlighet

-De dónde salió eso? -fue lo primero que atiné a pensar, mientras veía caer al suelo el cuerpo ya muerto de mi compañero, al mismo tiempo que buscaba refugio dentro de un callejón.
-Tengo que salir de acá -fue lo segundo que pensé, y salí corriendo por ese callejón, sin mirar atrás.
Salí a la calle siguiente a la que estábamos... estábamos, si, porque antes éramos dos, mi compañero y yo, mi compañero... había quedado atrás, lo había dejado atrás. Fue ahí cuando tomé coraje para mirar hacia el callejón, rezando que mi compañero haya sobrevivido a... lo que sea que haya sido eso. Mientras giro la cabeza muchos pensamientos pasaban por mi mente, deseaba con mucha fuerza que Matias haya sobrevivido, pero por otro lado, la lógica me obligaba a deducir que si él estaba vivo, y yo lo veía, debería ir a ayudarle, y para serles completamente honesto, volver a aquélla calle ya no estaba entre mis planes más próximos.
Al divisar la calle final, a través del callejón, noto que lo que sea que haya sido lo que nos atacó, ya no estaba, y Matias tampoco. Un chirrido me sacó de mis pensamientos y corrí por la calle buscando algún vehículo, mientras me aliviaba la culpa pensando ilusamente que tal vez Matias sobrevivió y de algún modo logró ponerse a salvo y que ahora era mi turno de hacer lo mismo.
Las calles estaban muy tranquilas. Extrañamente, esto me daba una sensación de intranquilidad, ya que el centro de la ciudad no suele estar tan tranquilo a esas horas de la noche.
Otro chirrido lejano se escuchó a lo lejos, como si fuese un cuervo, y a los segundos se escucha uno más, esta vez mucho, mucho más cerca. Corrí hacia el final de la calle y doblé la esquina, se escuchaban aleteos y los chirridos eran cada vez más, como si una parvada de cuervos se estuviese comunicando entre si a la distancia; mis piernas comenzaron a cansarse, mis pulmones casi cedieron, pero los chirridos cesaron, así que decidí parar en un local, especie de almacén, a recuperar el aire. Conté cada respiración como si fuese un segundo perdido en mi huida, como si un segundo invertido en respirar era un segundo más cerca de morir... o peor.
Escuché ruidos en el local, ya que estaba cerrado decidí darme vuelta y golpear, quizás alguien dentro pudiese ayudarme, pero cuando me dí vuelta mientras pedía auxilio ví un resplandor leve, amarillo, como si fuese una luz tenue siendo reflejada por un reloj de muñeca; al concentrar la vista para ver qué era, el resplandor se aclara y logré ver algo parecido a un ojo y al segundo, comprendí la imagen que estaba viendo; una bestia de casi tres metros de altura estaba frente a mi, con ojos desquiciados y cuya cabeza era tan grande como mi torso entero. Sus ojos me paralizaron, intenté moverme pero no pude, dentro de ellos logré verme y en mi reflejo pude divisar que detrás mío había tres de esas bestias, agazapadas, dispuestas a saltar en cualquier momento. Aquélla delante mío me empujó y salí impulsado hacia atrás, con puerta y todo y cayendo boca arriba; cuando de repente las cuatro bestias me rodearon y se me acercaban. Al mirar detenidamente, una de esas bestias tenía en el cuello una medalla de un trébol, idéntica a la que le había regalado a Matias su esposa para su cumpleaños. La bestia que me tiró al suelo se me acercó y me miró, como inspeccionándome, y de pronto, comenzó a hablar...

-Parece que lograste dilucidar la verdad...
-¿Qué verdad? -respondo, tembloroso-
-La verdad de la que ahora, formarás parte.
-Y me atraviesa el corazón con su mano.

Mirándolo en retrospectiva, nunca me hubiese imaginado que algo así me pasaría, pero por otro lado, al menos ahora sé la verdad. Dicen que el secreto mejor guardado es el de uno mismo... extraño, verdad?