sábado, 20 de febrero de 2010

Seremos eternos

Te he visto salir
A horas trasnochadas
Cuando el Sol a su morada
Regresa hecho silencio
Cuando la Luna y su oscuro reflejo
Te invitan a compartir
Lo tenue de su mirada
Al verte partir no paro de pensar
Que sabio destino te llevará
A enfrentar a todo y a todos
Como el Ángel de la voracidad
Ese que es incapaz de dar paso firme
A ese que llamas compañero, amigo y confidente
Ese que enmarca tus fuentes, tus raíces, tu animal interno
Tu instinto más primario y salvaje,
Ése, al que le trato de escapar.
Cuando te veo regresar al alba me pregunto:
¿A cuál de ti me enfrentaré?
¿A la insaciable, salvaje y acordonada,
a la que regresa sin recordar nada
a la que todo yerra, y luego pidiéndome perdón lo repara?
¿O a la distante, típica y sobrante
que vuelve con sus egos marcados en la carne
y que es, un corazón errante?
No importa el quién, importa el cómo,
Importa saber, de que somos todos.

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