Esperá, pero no pares.
Avanzá, pero no te apures.
La frente en alto, pero con los pies en el suelo.
No desesperes, tiempo al tiempo.
Caminá, y si el camino duele, no pares, confiá en tus piernas.
La única persona que no puede ni debe defraudarte, sos vos.
Vos.
Vos y tu alma.
Vos y tus piernas.
Vos y vos, solos en el camino.
Solos y acompañados.
Mirados, observados, vigilados.
-Me duelen las piernas.
-Si te detenés, te van a doler más.
-¿Por qué?
-Porque si te detenés, el dolor físico se va, pero el camino se va a hacer más largo.
Y tedioso. Por eso, no pares, ni para descansar.
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